[Sid, Paco y Kiko vivieron juntos en Beijing durante un tiempo]
Durante los seis años en que Kiko
fue parte de mi vida, lo que más me ha impresionado fue su alegría de
vivir. Fue un joven normal. Me llamaba la atención que cada vez que se
encontraba con un nuevo claretiano me comentaba que cada claretiano era
único y diferente—y se entusiasmaba en que un día él también sería
claretiano.
No era una persona especialmente ‘piadosa’; le gustaba la buena comida y por eso aprendió a cocinar. A veces que salíamos fuera a comer y nos servían una comida nueva, Kiko
luego la replicaba al día siguiente. Para él una buena comida
fortalecía los vínculos de la comunidad y por eso preparaba platos
esenciales cuando teníamos alguna visita o alguna fiesta claretiana.
Fue
el mejor alumno en la escuela, pero en vez de volverse arrogante y
mostrar su superioridad intelectual, pasaba desapercibido y siempre
quería aprender cosas nuevas. Desde que llegó a vivir con nosotros le
pedí que escribiera una crónica; fue fiel a ello, escribiendo
diariamente como parte de sus deberes para aprender inglés; luego las
volvía a escribir después de mis correcciones.
Como
profesor de inglés, yo presté más atención a la gramática y estructura
de las frases, pero al leerlas ahora veo que en su simplicidad había
profundidad. Su limitado conocimiento del inglés no le impidió expresar
su alma. Me sorprendió leer que 18 días antes de su detención y tortura [Kiko
fue detenido y torturado en 2009] había soñado que lo arrestaban, y
llegó a escribir que esperaba que eso sucediera. Luego, 5 días antes de
su detención, se sintió muy confundido sin razón evidente.
No
hablo chino, por tanto en nuestros diálogos él tenía que esforzarse
mucho en inglés. Una vez me dijo que tenía tantas cosas que compartir,
pero que no lo podía hacer por el idioma. Esto le animó a seguir
estudiando con mucho esmero. Al cabo de un año él, Paco y yo nos pudimos
divertir siguiendo un programa semanal en inglés por televisión.
Su
dedicación dio resultado, tanto que le trajo tentaciones muy concretas.
Pocas semanas antes de partir para España para continuar con su
formación estuvo ayudando a un grupo católico como traductor de inglés
al chino. El encargado del grupo le ofreció un contrato de trabajo con
un sueldo de US$3.000 (tres mil dólares) mensuales. Le aconsejé que se
lo pensara bien, que no rechazara la oferta de inmediato sino que
aprovechara para un mejor discernimiento. Luego de unos días de oración
le informó a esa persona que él debía seguir su vocación.
Fue
entonces cuando viajó a España en 2011 para la Jornada Mundial de la
Juventud. Luego tuvo que dedicarse a aprender español. Una vez más
experimentó la inhabilidad de expresarse, esta vez en español.
Luego
de unos meses comenzó a escribirme emails en español e inglés y a
medida que pasaba el tiempo, las palabras inglesas eran menos hasta que
llegó a escribirme completamente en español. Estuve con él para Semana
Santa 2013. Una vez más me sorprendió su habilidad con el idioma para
acercarse a la gente, expresarse bien e, incluso, hacerles reír.
El
21 de Julio el Ángel Exterminador [estaba en un campamento y los niños
estaban jugando a que había un Ángel exterminador] apareció para cortar
la melodía de Kiko, hijo primogénito de los claretianos en China. ¿Qué es lo que el Autor de la Vida quería decir? Debo aceptar que no lo entiendo. Ahora veo la vida y la muerte de Kiko
como una gran sinfonía. La música es hermosa, pero las notas son
ininteligibles, aunque forman una armonía con el todo. La música parece
que se ha cortado con la muerte de Kiko, pero es solo una pausa en la sinfonía del Dios de la vida.