Escribe el Hno. Sid Ching, su profesor de inglés y luego su formador


Sid, Paco y Kiko en Macao diciembre 2011
[Sid, Paco y Kiko vivieron juntos en Beijing durante un tiempo]

Durante los seis años en que Kiko fue parte de mi vida, lo que más me ha impresionado fue su alegría de vivir. Fue un joven normal. Me llamaba la atención que cada vez que se encontraba con un nuevo claretiano me comentaba que cada claretiano era único y diferente—y se entusiasmaba en que un día él también sería claretiano.

No era una persona especialmente ‘piadosa’; le gustaba la buena comida y por eso aprendió a cocinar. A veces que salíamos fuera a comer y nos servían una comida nueva, Kiko luego la replicaba al día siguiente. Para él una buena comida fortalecía los vínculos de la comunidad y por eso preparaba platos esenciales cuando teníamos alguna visita o alguna fiesta claretiana.

Fue el mejor alumno en la escuela, pero en vez de volverse arrogante y mostrar su superioridad intelectual, pasaba desapercibido y siempre quería aprender cosas nuevas. Desde que llegó a vivir con nosotros le pedí que escribiera una crónica; fue fiel a ello, escribiendo diariamente como parte de sus deberes para aprender inglés; luego las volvía a escribir después de mis correcciones.

Como profesor de inglés, yo presté más atención a la gramática y estructura de las frases, pero al leerlas ahora veo que en su simplicidad había profundidad. Su limitado conocimiento del inglés no le impidió expresar su alma. Me sorprendió leer que 18 días antes de su detención y tortura [Kiko fue detenido y torturado en 2009] había soñado que lo arrestaban, y llegó a escribir que esperaba que eso sucediera. Luego, 5 días antes de su detención, se sintió muy confundido sin razón evidente.

No hablo chino, por tanto en nuestros diálogos él tenía que esforzarse mucho en inglés. Una vez me dijo que tenía tantas cosas que compartir, pero que no lo podía hacer por el idioma. Esto le animó a seguir estudiando con mucho esmero. Al cabo de un año él, Paco y yo nos pudimos divertir siguiendo un programa semanal en inglés por televisión.

Su dedicación dio resultado, tanto que le trajo tentaciones muy concretas. Pocas semanas antes de partir para España para continuar con su formación estuvo ayudando a un grupo católico como traductor de inglés al chino. El encargado del grupo le ofreció un contrato de trabajo con un sueldo de US$3.000 (tres mil dólares) mensuales. Le aconsejé que se lo pensara bien, que no rechazara la oferta de inmediato sino que aprovechara para un mejor discernimiento. Luego de unos días de oración le informó a esa persona que él debía seguir su vocación.

Fue entonces cuando viajó a España en 2011 para la Jornada Mundial de la Juventud. Luego tuvo que dedicarse a aprender español. Una vez más experimentó la inhabilidad de expresarse, esta vez en español.

Luego de unos meses comenzó a escribirme emails en español e inglés y a medida que pasaba el tiempo, las palabras inglesas eran menos hasta que llegó a escribirme completamente en español. Estuve con él para Semana Santa 2013. Una vez más me sorprendió su habilidad con el idioma para acercarse a la gente, expresarse bien e, incluso, hacerles reír. 

El 21 de Julio el Ángel Exterminador [estaba en un campamento y los niños estaban jugando a que había un Ángel exterminador] apareció para cortar la melodía de Kiko, hijo primogénito de los claretianos en China. ¿Qué es lo que el Autor de la Vida quería decir? Debo aceptar que no lo entiendo. Ahora veo la vida y la muerte de Kiko como una gran sinfonía. La música es hermosa, pero las notas son ininteligibles, aunque forman una armonía con el todo. La música parece que se ha cortado con la muerte de Kiko, pero es solo una pausa en la sinfonía del Dios de la vida.