Una muestra en el Vaticano escoge como modelo al gran jesuita misionero de hace cuatro siglos. Pero también para las autoridades de Pekín "Li Madou" (tal como se le llama a Mateo Ricci en chino) es una gloria nacional. Nos lo narra Sandro Magister.
Desde Noviembre y hasta el 24 de enero, quien visite Roma notará en la plaza San Pedro un gran afiche con dos personajes en vestimenta china, con escritos en lengua mandarina. El personaje a la izquierda es el jesuita Mateo Ricci (1552 - 1610), el que está a la derecha es un alto funcionario chino que fue bautizado por él, Xu Guangqi. A Mateo Ricci, en el cuarto centenario de su muerte, se dedica una muestra en el brazo Carlomagno de la plaza San Pedro.
Pero también en Pekín se abrirá en febrero 2010 una muestra en su honor, que luego se presentará en Shanghai, Nanjing, Macao y finalmente en Seúl. Mateo Ricci es uno de los poquísimos extranjeros promovidos entre los padres de la historia china. En el Millennium Center de Beijing (Pekín), edificio inmenso que celebra las grandezas de la nación, en el gigantesco relieve en mármoles policromos dedicado a la historia de China, desde el primer emperador a los protagonistas del siglo XX, hay sólo dos imágenes de extranjeros, ambos italianos. Uno es Marco Polo en la corte de Kubilai Khan, el otro precisamente es Mateo Ricci, que vestido de mandarín confuciano escudriña el cielo. A fines del pasado mes de octubre, en la Universidad del Pueblo de Pekín, Mateo Ricci estuvo también al centro del interés de los estudiosos que han tomado parte en un gran congreso internacional de sinología. Es más, se le considera el iniciador de esta disciplina. Yang Huilin ha sido el promotor del congreso, vice-rector de la Universidad del Pueblo y uno de los más férreos estudiosos del cristianismo en China. Han tomado la palabra en el congreso Hans Küng, en cuanto autor de estudios sobre las religiones chinas, y el italiano Gianni Criveller, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, con una ponencia sobre las modalidades adoptadas por los jesuitas llegados a China luego de Mateo Ricci para representar en imágenes la fe cristiana íntegramente. El congreso de sinología se concluyó en modo emblemático: con una cena en la Ciudad Prohibida, sede del trono imperial pero también epicentro de la obra de numerosos misioneros de los siglos XVII y XVIII. Mateo Ricci, Li Madou para los chinos, está sepultado no lejos de allí.
Inaugurando la muestra en Roma, el obispo Claudio Giuliodori, de Macerata, la ciudad natal de Mateo Ricci, ha evidenciado la "mundialidad" de su acción: "Ha diseñado mapamundis que han hecho conocer a los chinos el resto del mundo sustancialmente desconocido para ellos, evidenciando sobre estas grandes cartas geográficas los lugares más importantes de la cristiandad. Tradujo al chino libros de filosofía, de matemática y de astronomía y dio a conocer en Occidente los textos de Confucio. Estableció un diálogo intensísimo con los literatos y los hombres de cultura más ilustres de la China transformando estos coloquios en libros, con la finalidad también de que preparen el terreno para sembrar el Evangelio. Nace así el 'Verdadero significado del Señor del Cielo' publicado en Pekín en 1603 y se explica también el extraordinario éxito del libro 'Diez Paradojas', publicado en Pekín en 1607, en el que Mateo Ricci enfrenta en clave sapiencial los grandes temas de la vida. "Logró así poner sólidas bases para la penetración del Evangelio y por un recíproco conocimiento entre Oriente y Occidente, entre China y Europa, entre Pekín y Roma, apareciendo una nueva fase para la historia de la humanidad no diferente a lo que ocurrió un siglo antes, en el extremo opuesto del planeta con la empresa de Cristóbal Colón" Está en curso la cauda de beatificación de Mateo Ricci.
Puedes leer la nota completa en: (http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1340974?sp=y)
Desde Noviembre y hasta el 24 de enero, quien visite Roma notará en la plaza San Pedro un gran afiche con dos personajes en vestimenta china, con escritos en lengua mandarina. El personaje a la izquierda es el jesuita Mateo Ricci (1552 - 1610), el que está a la derecha es un alto funcionario chino que fue bautizado por él, Xu Guangqi. A Mateo Ricci, en el cuarto centenario de su muerte, se dedica una muestra en el brazo Carlomagno de la plaza San Pedro.
Pero también en Pekín se abrirá en febrero 2010 una muestra en su honor, que luego se presentará en Shanghai, Nanjing, Macao y finalmente en Seúl. Mateo Ricci es uno de los poquísimos extranjeros promovidos entre los padres de la historia china. En el Millennium Center de Beijing (Pekín), edificio inmenso que celebra las grandezas de la nación, en el gigantesco relieve en mármoles policromos dedicado a la historia de China, desde el primer emperador a los protagonistas del siglo XX, hay sólo dos imágenes de extranjeros, ambos italianos. Uno es Marco Polo en la corte de Kubilai Khan, el otro precisamente es Mateo Ricci, que vestido de mandarín confuciano escudriña el cielo. A fines del pasado mes de octubre, en la Universidad del Pueblo de Pekín, Mateo Ricci estuvo también al centro del interés de los estudiosos que han tomado parte en un gran congreso internacional de sinología. Es más, se le considera el iniciador de esta disciplina. Yang Huilin ha sido el promotor del congreso, vice-rector de la Universidad del Pueblo y uno de los más férreos estudiosos del cristianismo en China. Han tomado la palabra en el congreso Hans Küng, en cuanto autor de estudios sobre las religiones chinas, y el italiano Gianni Criveller, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, con una ponencia sobre las modalidades adoptadas por los jesuitas llegados a China luego de Mateo Ricci para representar en imágenes la fe cristiana íntegramente. El congreso de sinología se concluyó en modo emblemático: con una cena en la Ciudad Prohibida, sede del trono imperial pero también epicentro de la obra de numerosos misioneros de los siglos XVII y XVIII. Mateo Ricci, Li Madou para los chinos, está sepultado no lejos de allí.
Inaugurando la muestra en Roma, el obispo Claudio Giuliodori, de Macerata, la ciudad natal de Mateo Ricci, ha evidenciado la "mundialidad" de su acción: "Ha diseñado mapamundis que han hecho conocer a los chinos el resto del mundo sustancialmente desconocido para ellos, evidenciando sobre estas grandes cartas geográficas los lugares más importantes de la cristiandad. Tradujo al chino libros de filosofía, de matemática y de astronomía y dio a conocer en Occidente los textos de Confucio. Estableció un diálogo intensísimo con los literatos y los hombres de cultura más ilustres de la China transformando estos coloquios en libros, con la finalidad también de que preparen el terreno para sembrar el Evangelio. Nace así el 'Verdadero significado del Señor del Cielo' publicado en Pekín en 1603 y se explica también el extraordinario éxito del libro 'Diez Paradojas', publicado en Pekín en 1607, en el que Mateo Ricci enfrenta en clave sapiencial los grandes temas de la vida. "Logró así poner sólidas bases para la penetración del Evangelio y por un recíproco conocimiento entre Oriente y Occidente, entre China y Europa, entre Pekín y Roma, apareciendo una nueva fase para la historia de la humanidad no diferente a lo que ocurrió un siglo antes, en el extremo opuesto del planeta con la empresa de Cristóbal Colón" Está en curso la cauda de beatificación de Mateo Ricci.
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