Este artículo fue publicado por Liu Peng, miembro eminente de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS). Esta academia es considerada como un think tank del gobierno, e ilustra bien la evolución reciente del debate sobre la religión en China. Éste no es privativo en efecto sólo de sitios y revistas cristianas, sino también se encuentra en los ambientes de los catedráticos de universidad y de la esfera intelectual "oficial". El artículo ha sido difundido por la agencia Eglises d'Asie.
En 1994 Liu Peng había presentado una justificación de la política de Pekín en materia religiosa, en todo punto conforme al discurso oficia; pero "China cambió", como lo comprueba el investigador mismo, quince años más tarde. En 2009, en un artículo de China Daily, llama en efecto al Estado a establecer un nuevo sistema de gobierno sobre asuntos religiosos, fundado sobre la ley y no sobre las medidas administrativas, proponiendo que cada grupo religioso pueda tener la posibilidad de ser registrado legalmente. En este último texto, Liu Peng va todavía más lejos, acercando la proposición a que el desarrollo de China se hará sólo al precio del redescubrimiento de la espiritualidad.
Liu Peng
¿Qué entiendo yo por la afirmación de que China debe desarrollar "principales ventajas en otros dominios?". La lista de las respuestas sería muy larga. Pero en realidad esta cuestión se puede entender de dos maneras: "¿Cuál es el punto débil que todavía traba el desarrollo completo de China?" O bien "¿cuál es la carencia más grande de China hoy?".
Respecto a lo que podría faltar en China, un gran número de personas pensaría en cosas como los recursos energéticos, un paso obligado hacia el futuro desarrollo de China. Otros dirían el mercado mundial, la energía, la ciencia o la tecnología. Algunos evocarían el sistema jurídico. Todo esto es efectivamente indispensable y vital para el futuro desarrollo de China, pero se trata sólo de un análisis superficial quién se quede al nivel de las cosas materiales y no al nivel de conocer que es lo que debilita a la China en profundidad.
Si miramos hacia atrás para ver cómo China se esforzó por conservar su lugar en el mundo a través de su historia milenaria, y cómo otras potencias se elevaron en la historia, podemos comprobar que el factor clave del cual depende el futuro desarrollo de China, no se encuentra en el dominio material, sino más bien en el dominio espiritual. ¿Cuál es la carencia de China en el siglo XXI? ¡Saber en qué creer! China sufre serias carencias que conciernen a la vida espiritual y a la vida moral que son esencialmente del dominio de la fe. Sobre estos temas, los chinos experimentan una confusión y un vacío preocupantes. Ya es hora de encender la llama espiritual que alumbrará el camino hacia el desarrollo para la nación y para el país.
La razón por la cual la sociedad china conoció una multitud de asuntos tan escandalosos como ridículos, con la falta de integridad que es evidente, no viene por el hecho de que estamos escasos de dinero. Sino más bien que perdimos aquello en lo que creíamos. Como una casa recubierta con polvo de oro, solo nos ocupamos de las apariencias. Mientras que el corazón de los sistemas de valores y de creencias en el cual reposaba el espíritu chino en el pasado ha sido destruido, todavía no se han efectuado las innovaciones necesarias para desarrollar nuevos sistemas de valores y de creencias para la China de hoy. Cuando la antigua fe es destruida, y la nueva aún no se ha establecido, un desierto verdadero espiritual y moral se instaura, acentuando un poco más cada día el desequilibrio entre lo espiritual y lo material.
Aunque China hubiera hecho progresos visibles en término de desarrollo material, esta prosperidad no puede colmar la ausencia de espiritualidad y de fe. A falta de nuevo combustible, la luz de la llama espiritual china se debilita. En realidad, la luz de esta llama es hasta demasiado débil para indicar una dirección y abastecer la fuerza de cohesión necesaria para una nación compuesta de etnias diferentes, de clases sociales múltiples, de grupos con intereses divergentes; a ella sólo, esta llama no puede brillar suficientemente para disipar la oscuridad e iluminar el menor rincón del mundo. ¿Cómo en esta situación un país puede elevarse al rango de gran potencia?
En otras palabras, para que China acceda al estatuto de gran potencia, debe responder a la cuestión siguiente: ¿cuál es el pilar espiritual el corazón del sistema de valores y de creencias de los chinos? A esta pregunta "¿en qué creemos hoy?", existe una respuesta oficial totalmente hecha, que cada uno conoce por haberla repetido muchas veces en los numerosos exámenes de la escuela primaria en el colegio. Sin embargo, si se toma en consideración el estado actual de la espiritualidad china, es una cuestión urgente que se plantea desde hace tiempo pero que deliberadamente se evitó. Es esta cuestión que traba el crecimiento chino del interior, y en cierta medida, que determina el futuro desarrollo de China.
Hoy en día, que se tenga o no la voluntad o el coraje de admitirlo, sabemos que los principios éticos están mal vistos por nuestra sociedad. Los problemas éticos emanan de los problemas del sistema de valores, que a su vez provienen de los problemas espirituales. Esto demuestra que el sistema de creencias impuesto por las autoridades desde hace años es sólo una concha vacía. Desgraciadamente, debido a consideraciones complejas, las autoridades chinas y los medios de comunicación están dispuestos a admitir tal hecho y a discutir sobre eso abiertamente.
Mientras que nuestras vidas cotidianas son cada vez más invadidas por asuntos de costumbres espantosas (los fábricas de ladrillos de Shanxi, la leche adulterada de Sanlu, el affaire de Luo Caixia, el escándalo de las autoridades comprometidas en redes de prostitución de menores en Guizhou y Sichuan, él affaire de Deng Yujiao), los medios de comunicación se inclinan a contar estas historias más que a analizar las causas. Entre los raros ejemplos en los cuales se interesan por los orígenes de los hechos, no los atribuyen a la pérdida de referencias espirituales y no van hasta las raíces de los hechos en cuestión. Las autoridades tratan desde luego estos casos como incidentes aislados y no representativos de la sociedad en su conjunto. Si son forzados a considerar estos problemas bajo el ángulo de la moral, tienden entonces a atribuirlos a la falta de adhesión de un "pequeño número de personas" al sistema de valores y de creencias a menudo machacado, a la falta de "perspectiva revolucionaria sobre la vida y sus valores", así como a la pérdida del ideal y de la 'fe' comunistas.
No se preguntan sin embargo, por qué sus campañas de propaganda a largo plazo y a gran escala no pudieron ayudar a un "pequeño número tan importante de personas", a conservar su "perspectiva revolucionaria sobre la vida y sus valores". Se contentan con comprobar el aumento de los crímenes y el hundimiento devastador de la moral en el seno de la sociedad. Nuestros medios de comunicación no se confrontan apenas con estas cuestiones o jamás abordan éstas de modo directo.
¿Qué pasa para que el corazón del sistema de valores y de creencias que las autoridades no dejan de propagar no funcionen? ¿Acaso los chinos, después de haber resuelto simplemente los problemas que consistirían en alimentarse y en vestirse, se acomodarían de hecho con cualquier sistema de valores y de creencias? ¿Qué es lo que no funciona exactamente en el dominio espiritual en China? ¿Realmente pensamos que no tenemos ningún problema que concierne a nuestras creencias o simplemente consideramos que estos problemas son insignificantes y poco dignos de interés? ¿Dónde va pues China, y sobre todo, hasta dónde podrá llegar?
Podemos pretender que estos problemas no existen y continuar manteniendo este sistema de valores y de creencias sobrepasado como la respuesta estándar a los exámenes universitarios. Pero esto sólo enmascarará las causas de los problemas hasta que todas estas incoherencias estallen un día.
De hecho, el ensayo de manifestaciones de masa como la de Weng'an muestra claramente que estas contradicciones internas se volvieron más fuertes y comienzan a salir a la superficie. Convencerse de lo contrario o cerrar los ojos no servirá para nada. Si China se niega a confrontarse con la cuestión de saber en qué cree, jamás tendrá el poder de una gran potencia. De la respuesta a esta cuestión depende el futuro de China. Cualquiera que se preocupa del devenir de China y desea que ésta pueda crecer, debe afrontar esta cuestión, reflexionar sobre eso, y responder a eso.