Poco después que los católicos chinos enviaran más de $100.000 dólares para ayuda a los damnificados por el terremoto de Haití, un fuerte cismo sacudió nuevamente a China. Esta vez en Chengdu.
Los auxilios para las víctimas del terremoto siguen siendo recogidos y distribuidos a través de la red de la comunidad católica china y la internacional. Cinco generadores de electricidad de 2.000 kilovatios y 30 toneladas de verduras frescas llegaron a la zona del terremoto en Yu Shu, en la provincia de Qinghai, afectada por la grave sacudida de terremoto de 7,1 grados el pasado 14 de abril.
Según refirió a la Agencia Fides Jinde Charities, la idea de mandar los generadores y las verduras nació del encuentro casual de Don J. B. Zhang—responsable del ente católico chino que coordina las ayudas caritativas humanitarias en colaboración con la Caritas internacional y la Caritas de diversos países—con un monje tibetano. El 24 de abril, durante su escala en el aeropuerto de Pekín, mientras se estaba dirigiendo a la zona del terremoto, don Zhang encontró a un monje tibetano que también estaba coordinando ayudas para las víctimas. Pidiendo su parecer sobre las exigencias de las personas afectadas, el monje sugirió el generador y verduras frescas, que según él eran las necesidades más urgentes. Don Zhang se pudo en contacto inmediatamente con la Oficina de Emergencia de Jinde Charities, con la Caritas alemana y el Centro de Servicio Social de la diócesis de Xian, que están colaborando estrechamente a favor de las víctimas. El 26 de abril, es decir sólo dos días después del encuentro, cinco generadores de electricidad y 30 toneladas de verduras frescas, nutrientes pero también fáciles de conservar, llegaron a los destinatarios. Los cinco generadores de electricidad han sido asignados al orfanato, al templo de budismo tibetano, al Instituto de budismo, a la biblioteca municipal y a las autoridades de la región autónoma tibetana de Yu Shu. Entre tanto, las religiosas chinas, de diversas congregaciones continentales, siguen su trabajo de socorro sin descanso. No obstante algunos síntomas que comienzan a manifestarse como consecuencia de la altura (el lugar del terremoto está en una zona difícil, a 4.300 metros de altura), las religiosas están completamente activas, sin descuidar naturalmente su vida de oración. Cada día se dirigen a diversos centros de acogida para dar apoyo psicológico y médico a los afectados por el terremoto. Las 10 religiosas visitan como promedio unos 200 pacientes al día, a veces recorriendo distancias de decenas de kilómetros; 4 religiosas prestan servicio en dos orfanatos. Sólo el 24 de abril, después de 8 días de ayudas, las hermanas han podido consumir por primera vez una comida caliente.