“Simón, hijo de Juan, me amas?” Esta fue la frase que más me llegó durante la Misa de apertura de la JMJ. Y Pedro respondió casi sin pensar: “Sí, Señor, tu sabes que te amo”. Tres veces le preguntó Jesús y tres veces respondió Pedro. Este pregunta la sentí en carne propia en esta Misa inaugural.
Seguramente hemos escuchado esta pregunta muchas veces en nuestra vida, especialmente viniendo de nuestros amigos y amigas y de aquelos a quienes amamos. Recuerdo que las chicas con quienes salía me hacían esta pregunta… y yo como Pedro respondía: “Por supuesto, sabes que te quiero”, pero no era una respuesta muy honesta. Pero ahora, quizás con el paso de los años y por mi cercanía a Jesús, entiendo que es una pregunta muy especial y que lleva consigo una gran responsabilidad. El amor supone sacrificio, ofrecimiento, acción y disposición para enfrentar muchas dificultades que uno ni se las soñaba. Supongo que cuando Pedro respondió a Jesús, no se imaginaba todo lo que le iba a costar, hasta dar su vida.
El evangelio de esta Misa de apertura me caló muy hondo. Quizás esta fue la razón por la cual Juan Pablo II comenzó con estas jornadas: para despertar los corazones de los jóvenes; yo fui uno de los beneficiados.
Otro momento cumbre de la jornada fue la vigilia con el Santo Padre el 21 de Agosto. Esa tarde fue muy calurosa, pero fria por la noche y con mucha lluvia. Tratamos de dormir un poco en nuestros cuchetas mojadas; pero nadie se retiró, allí nos quedamos todos. No sé por qué. Quizás porque nadie se movió, o porque allí estaba el Papa, o por el amor de Dios, o por el poder del Espíritu de Dios. Esta fue una experiencia muy grande para mi. …
Ahora la JMJ se acabó, aunque yo la experimento como un comienzo; necesito llevar esta experiencia a mi vida concreta. En todos estos acontecimientos he sentido fuertemente la presencia de Dios, un Dios muy cernaco. Le doy gracias por haberme dado la vocación de ser un misionero Claretiano. !Una gracia espectacular!
Seguramente hemos escuchado esta pregunta muchas veces en nuestra vida, especialmente viniendo de nuestros amigos y amigas y de aquelos a quienes amamos. Recuerdo que las chicas con quienes salía me hacían esta pregunta… y yo como Pedro respondía: “Por supuesto, sabes que te quiero”, pero no era una respuesta muy honesta. Pero ahora, quizás con el paso de los años y por mi cercanía a Jesús, entiendo que es una pregunta muy especial y que lleva consigo una gran responsabilidad. El amor supone sacrificio, ofrecimiento, acción y disposición para enfrentar muchas dificultades que uno ni se las soñaba. Supongo que cuando Pedro respondió a Jesús, no se imaginaba todo lo que le iba a costar, hasta dar su vida.
El evangelio de esta Misa de apertura me caló muy hondo. Quizás esta fue la razón por la cual Juan Pablo II comenzó con estas jornadas: para despertar los corazones de los jóvenes; yo fui uno de los beneficiados.
Otro momento cumbre de la jornada fue la vigilia con el Santo Padre el 21 de Agosto. Esa tarde fue muy calurosa, pero fria por la noche y con mucha lluvia. Tratamos de dormir un poco en nuestros cuchetas mojadas; pero nadie se retiró, allí nos quedamos todos. No sé por qué. Quizás porque nadie se movió, o porque allí estaba el Papa, o por el amor de Dios, o por el poder del Espíritu de Dios. Esta fue una experiencia muy grande para mi. …
Ahora la JMJ se acabó, aunque yo la experimento como un comienzo; necesito llevar esta experiencia a mi vida concreta. En todos estos acontecimientos he sentido fuertemente la presencia de Dios, un Dios muy cernaco. Le doy gracias por haberme dado la vocación de ser un misionero Claretiano. !Una gracia espectacular!