Harbin – China Misión y sorpresa a 30 grados bajo cero

La ciudad de Harbin, en el norte de China, tiene cerca de 10 millones de habitantes. Está cerca de la frontera con Rusia y a 2900 kilómetros de Hong Kong (o sea como de Buenos Aires a Ushuaia).

Desde 1985 se celebra en esta ciudad el "Festival Internacional de nieve y hielo", un espectáculo que atrae a miles de turistas a pesar de que la temperatura en esta época del año oscila entre -16 y -38 grados bajo cero.

Aquí tienen algunas fotos del festival de este año 2011:


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Misión en Harbin

Aprovechando las vacaciones de invierno y el Año Nuevo Lunar Chino dos misioneras laicas, enfermeras ambas, dejan sus trabajos en Hong Kong y Macao y van a ‘misionar’ a Harbin. Allí les esperan un grupo de católicos, muchos de ellos jóvenes universitarios, ansiosos por escuchar el mensaje del Evangelio. El tema a desarrollar y compartir era sencillo: “Dios no nos abandona, cuida siempre de nosotros”.

Pero Dios les tenía reservada una sorpresa…

Esto es lo que les ocurrió: Llegan al aeropuerto de Harbin a eso de las 16 horas. Con el entusiasmo, el apuro y el frío, se suben al primer taxi que encuentran y emprenden el viaje de más de una hora a la ciudad.

Llegados a su destino y cuando ya estaban en sus habitaciones se dan cuenta que una de ellas había dejado su cartera en el taxi. Allí lo tenia todo: pasaporte, boleto de avión, tarjetas de crédito, bastante dinero en efectivo, celulares, libros religiosos, estampas… ¡y todo eso que las mujeres llevan en sus bolsos! Cunde la desesperación… pero la primera charla debía comenzar ya. Ocultando el nerviosismo y las lágrimas nuestra misionera les habla al grupo de cómo Dios no abandona a sus amigos… sin mencionar lo que había ocurrido. Los que lo saben no pueden ocultar su nerviosismo.

A eso de las 22 horas, cuando había acabado la función, deciden regresar al aeropuerto, a 60 kilómetros de la ciudad, para buscar en los basureros al menos los documentos, dispuestos a aceptar lo peor.

Están ya de camino cuando reciben una llamada que les dice que se dirijan a un punto en la ciudad pues allí estaba el bolso perdido. Con mucha alegría pero también con cautela llegan al lugar indicado. Un señor les indica que se bajen del auto y entren en un viejo edificio. La temperatura afuera era de 30 grados bajo cero.

Lo que les esperaba no podían creerlo. Allá estaba el conductor del taxi con un amigo, muy felices pues habían logrado hacer una llamada por teléfono con el celular del bolso y contactar a una tercera persona que fue quien les dio la noticia.

Estos son los datos escuetos:

• El taxista, sumamente alegre, les devolvió la cartera íntegra. Todo estaba allí. No faltaba nada.
• Se trata de un taxi no oficial… uno de esos conductores que tratan de ganarse la vida como pueden para llevar el pan a su familia.
• Es más, el taxista sólo se percató de la cartera cuando notó que el siguiente pasajero dudó unos instantes en llevarse o no dicha cartera. Entonces el taxista le preguntó si esa cartera “de mujer” era suya y si lo fuera, que le diga qué había dentro. Así se percató el taxista que esa cartera no le pertenecía al pasajero y comenzó a buscar la manera de devolverla.
• El buen samaritano ‘comunista’ no quiso recibir absolutamente nada más que las ‘gracias’.

¿Milagro? Es Dios que les salió sonriendo, en la fría ciudad de Harbin, una noche helada, para recordarles que antes que ellas fueran a esta ciudad, Él ya hacía mucho que estaba allí.

Ya de regreso en Macao nos cuentan que la gente de Harbin está sedienta de la Palabra de Dios. Las misioneras les explicaron cómo hacer Lectio Divina individualmente y en grupos, incluyendo a niños y sacerdotes. Las charlas fueron en torno al tema: “Busqué a Dios y no lo hallé; me busqué a mí mismo y no me encontré; busqué a mi hermano/a y encontré a los tres: a Dios, a mí mismo, y a mi hermano/a”.

Nos cuentan: “Los sacerdotes son muy amigos entre ellos, se ayudan mucho y trabajan juntos; están abiertos a nuevas ideas. Una vez por semana se reúnen para celebrar juntos la Eucaristía… y sus sermones son bien fuertes. Son muy amigables y cercanos a la gente.”

Mientras tanto, nuestras misioneras fueron a evangelizar y ¡salieron evangelizadas!