CIUDAD DEL VATICANO, domingo 23 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó, este domingo tras rezar el Regina Caeli en el Vaticano, la unión de los católicos de todo el mundo -en la oración y en la caridad- a la Iglesia en China, con motivo de la Jornada de oración por la Iglesia en China, que se celebra este lunes.
“La memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos, nos ofrece -mañana 24 de mayo- la posibilidad de celebrar la Jornada de oración por la Iglesia en China”, destacó.
El Papa recordó que los fieles que están en China están rezando “para que la unidad entre ellos y con la Iglesia universal se profundice cada vez más”.
Cada año, miles de personas peregrinan ese día al santuario mariano de Sheshan, situado en la diócesis china de Shanghai y dedicado a María Auxiliadora.
De hecho, desde el comienzo del mes de mayo, ese santuario ha visto llegar oleadas de peregrinos de todas las diócesis, no sólo del continente sino también de Hong Kong, Taiwán y de las comunidades de la diáspora china.
Basílica de Sheshan
Nuestra Señora de Sheshan es un Santuario Mariano dedicado a Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos. Construida originalmente en 1871, la actual basílica se construyó entre 1925 y 1935. Los peregrinos rezan y meditan la pasión de Cristo en las estaciones de la Cruz en un camino que asciende hasta la basílica. En 1924 los obispos católicos de China tuvieron su primera reunión en la basílica.
La basílica fue confiscada por el gobierno en la década de los 50 y fue severamente dañada por la "Revolución Cultural" (1966). En 1981 el gobierno entregó la basílica a la iglesia.
El Papa escribió en el año 2008 la siguiente oración para esta jornada anual:
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Oración a Nuestra Señora de Sheshan
Oración a Nuestra Señora de Sheshan
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de "Auxilio de los cristianos"
en el Santuario de Sheshan,
a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.
Con el dócil "sí" pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir
en cualquier situación, incluso en las más tenebrosas,
los signos de la presencia amorosa de Dios.
Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo,
esperando y amando, para que nunca teman hablar de Jesús
al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles
de este amor, manteniéndose unidos a la roca de John
sobre la que está edificada la Iglesia. Madre de China y de Asia,
ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.
venerada con el título de "Auxilio de los cristianos"
en el Santuario de Sheshan,
a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.
Con el dócil "sí" pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir
en cualquier situación, incluso en las más tenebrosas,
los signos de la presencia amorosa de Dios.
Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo,
esperando y amando, para que nunca teman hablar de Jesús
al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles
de este amor, manteniéndose unidos a la roca de John
sobre la que está edificada la Iglesia. Madre de China y de Asia,
ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.