Compartimos estas propuestas de principio de año que nos hace llegar el Claretiano P. Javier Fernández de Uruguay.
.1. Me ayudaré a mí mismo y así los demás me ayudarán. No me conformaré con ser objeto de la ayuda ajena, sino sujeto responsable de mi crecimiento.
.2. Todo lo que hago a los otros, de algún modo me lo hago a mí mismo. Es lo que algunos llaman la “ley del eco” o el “boomerang de la vida”.
.3. No haré por los demás lo que ellos pueden hacer por sí mismos. De lo contrario, no crecerán y yo me sobrecargaré inútilmente.
.4. No ayudaré a los demás de la manera que me parece mejor a mí. Les preguntaré qué necesitan, les dejaré decidir si quieren mi ayuda y en qué les puedo apoyar. Les dejaré ser protagonistas de su vida, de acuerdo a sus posibilidades.
.5. Pero no haré a los demás lo que no quiero que me hagan a mí. Ponerme en el lugar del otro me mostrará qué actitudes que me parecen sin importancia pueden herir mucho a los demás y deteriorar una relación. Y si hace falta pedir perdón, lo haré cuanto antes, de modo claro y sencillo; si me cuesta de modo oral, recurriré a redactar un breve texto.
.6. No podré dar a los demás lo que no soy capaz de darme a mi mismo. Mi tarea principal comienza por trabajar en mi persona. Más crezco desde dentro, más tendré para brindar a los otros.
.7. Revisaré mi mundo de relaciones, haciendo limpieza en ellas como lo hago con mi ropa, mi casa y tantas otras cosas. Al hacer balance, me daré cuenta que hay demasiados “ruidos”, malos entendidos, cosas no dichas, que interfieren mis más estrechas relaciones.
.8. No tengo derecho de inundar a los demás con mis problemas y frustraciones solo para desahogarme. Si cuento mis penas y angustias lo haré con quien me puede escuchar con paciencia, apoyarme con cariño y no sufrir demasiado por lo que le estoy compartiendo.
.9. Me concentraré en lo que puede mejorar mi persona y mi ambiente en vez de malgastar energías en querer cambiar a los demás o en protestar porque las cosas no son como me gusta. No olvidaré: el mundo es lo que es, no están los otros para complacer mis preferencias. No soy el centro de la realidad, sino una parte de la misma.
.10. Buscaré para mis acciones motivaciones positivas como alegría, curiosidad, confianza, generosidad, etc, en vez de hacerlo sólo por deber o de mala gana. De acuerdo a cómo sea la calidad de mi motivación será la calidad de los resultados de mi obrar, sobre todo en mis relaciones humanas y con Dios.
.11. Protegeré como una planta en crecimiento aquellas personas y situaciones aún débiles para que se fortalezcan y puedan dar buen fruto. Lo que hoy es pequeño puede crecer y volverse fuerte y sabroso, para compartirlo con quienes amo.
.12. Todo lo dicho más arriba adquiere una especial profundidad si lo miro desde la fe compartida en Jesús de Nazaret, que nos brindó mucha de la infinita riqueza de amor que habitaba en su interior. La celebramos como cristianos en cada NAVIDAD, camino de Belén.
.1. Me ayudaré a mí mismo y así los demás me ayudarán. No me conformaré con ser objeto de la ayuda ajena, sino sujeto responsable de mi crecimiento.
.2. Todo lo que hago a los otros, de algún modo me lo hago a mí mismo. Es lo que algunos llaman la “ley del eco” o el “boomerang de la vida”.
.3. No haré por los demás lo que ellos pueden hacer por sí mismos. De lo contrario, no crecerán y yo me sobrecargaré inútilmente.
.4. No ayudaré a los demás de la manera que me parece mejor a mí. Les preguntaré qué necesitan, les dejaré decidir si quieren mi ayuda y en qué les puedo apoyar. Les dejaré ser protagonistas de su vida, de acuerdo a sus posibilidades.
.5. Pero no haré a los demás lo que no quiero que me hagan a mí. Ponerme en el lugar del otro me mostrará qué actitudes que me parecen sin importancia pueden herir mucho a los demás y deteriorar una relación. Y si hace falta pedir perdón, lo haré cuanto antes, de modo claro y sencillo; si me cuesta de modo oral, recurriré a redactar un breve texto.
.6. No podré dar a los demás lo que no soy capaz de darme a mi mismo. Mi tarea principal comienza por trabajar en mi persona. Más crezco desde dentro, más tendré para brindar a los otros.
.7. Revisaré mi mundo de relaciones, haciendo limpieza en ellas como lo hago con mi ropa, mi casa y tantas otras cosas. Al hacer balance, me daré cuenta que hay demasiados “ruidos”, malos entendidos, cosas no dichas, que interfieren mis más estrechas relaciones.
.8. No tengo derecho de inundar a los demás con mis problemas y frustraciones solo para desahogarme. Si cuento mis penas y angustias lo haré con quien me puede escuchar con paciencia, apoyarme con cariño y no sufrir demasiado por lo que le estoy compartiendo.
.9. Me concentraré en lo que puede mejorar mi persona y mi ambiente en vez de malgastar energías en querer cambiar a los demás o en protestar porque las cosas no son como me gusta. No olvidaré: el mundo es lo que es, no están los otros para complacer mis preferencias. No soy el centro de la realidad, sino una parte de la misma.
.10. Buscaré para mis acciones motivaciones positivas como alegría, curiosidad, confianza, generosidad, etc, en vez de hacerlo sólo por deber o de mala gana. De acuerdo a cómo sea la calidad de mi motivación será la calidad de los resultados de mi obrar, sobre todo en mis relaciones humanas y con Dios.
.11. Protegeré como una planta en crecimiento aquellas personas y situaciones aún débiles para que se fortalezcan y puedan dar buen fruto. Lo que hoy es pequeño puede crecer y volverse fuerte y sabroso, para compartirlo con quienes amo.
.12. Todo lo dicho más arriba adquiere una especial profundidad si lo miro desde la fe compartida en Jesús de Nazaret, que nos brindó mucha de la infinita riqueza de amor que habitaba en su interior. La celebramos como cristianos en cada NAVIDAD, camino de Belén.